Experimentos con Nuestro Sistema Electoral I
Empiezo finalmente, después de muchas entradas de preparación (la última aquí), mi análisis del sistema electoral español. Más en concreto, me centraré en como elegimos al Congreso de los Diputados, que es la sede principal del poder efectivo en nuestro ordenamiento constitucional, y en efectuar una batería de experimentos con modificaciones del sistema.
Antes que nada, voy a repasar cómo es este sistema, para no dejar a nadie detrás y para motivar mis ejercicios de simulación más adelante.
El Congreso tiene, en su estructura actual, tiene 350 diputados que se eligen:
1) En circunscripciones provinciales.
2) Con un sistema de asignación D’Hondt. La explicación en Wikipedia del mismo es muy clara así que no la voy a repetir aquí. Simplemente quiero recordar que es un sistema proporcional corregido para introducir un cierto sesgo a favor de las mayorías.
3) En el reparto de escaños, solo pueden entrar los partidos o coaliciones que hayan obtenido al menos el 3% de los votos en la circunscripción.
4) Los escaños se asignan a cada provincia en proporción a la población, con un mínimo de 2 escaños por provincia.
La pregunta obvia es intentar predecir qué ocurriría si cambiásemos algunos de estos parámetros, en unos ejercicios que voy a llamar contrafactuales.
En el marco de un blog, los ejercicios de simulación que podemos hacer son limitados. Por ejemplo, calcular el resultado con un sistema mayoritario nos obligaría a diseñar distritos y asignar votos a cada uno de ellos, una labor que llevaría considerable tiempo y que, además, sufriría del problema que un sistema mayoritario unipersonal no existe una manera única de diseñar estos distritos.
Sin embargo, el problema más serio de todas nuestras limitaciones es que tomaremos los votos como dados, en este caso de las Elecciones Generales del 2008. Esto en realidad no se puede hacer. Por ejemplo, los simpatizantes de IU en Soria saben que las posibilidades de que IU tenga nunca un diputado por Soria son tan bajas que muchos de ellos probablemente voten PSOE o se abstengan. Con un sistema electoral diferente, su comportamiento cambiaría (para los más técnicos de nuestros lectores, este es un ejemplo de la crítica de Lucas en un contexto ligeramente diferente). Un ejercicio interesante para un joven investigador ambicioso sería intentar estimar la distribución subyacente de preferencias ideológicas y emplear la distribución estimada para efectuar contrafactuales. De igual manera, los candidatos y los partidos responderían endógenamente al sistema electoral pero modelizar esto sería muy complejo. Pero espero que los lectores me perdonen si ignoro, de manera un tanto atrevida, este problema y presento contrafactuales con votos dados como una primera (pero quizás errónea) aproximación.
Finalmente, para recordar, la distribución de escaños en la realidad fue:
PSOE: 169
PP: 154
CiU: 10
PNV: 6
ERC: 3
IU: 2
BNG: 2
CC: 2
UPyD: 1
Nafarroa Bai: 1
PP: 154
CiU: 10
PNV: 6
ERC: 3
IU: 2
BNG: 2
CC: 2
UPyD: 1
Nafarroa Bai: 1
El primer contrafactual que voy a considerar corresponde a modificaciones del primer parámetro del sistema: la circunscripción provincial. Existen muchas posibilidades de circunscripciones alternativas pero, en España, dos alternativas factibles serían circunscripciones autonómicas o una circunscripción nacional.
Si pasamos a circunscripciones autonómicas (y manteniendo fijado el numero de diputados por CC.AA.: habría que determinar el número mínimo por CC.AA. lo cual afectaría un poco a los resultados), tendríamos que las elecciones del 2008 habrían sido:
PSOE: 166
PP: 151
CiU: 10
PNV: 6
IU: 6
ERC: 4
BNG: 3
CC: 2
UPyD: 1
Nafarroa Bai: 1
PP: 151
CiU: 10
PNV: 6
IU: 6
ERC: 4
BNG: 3
CC: 2
UPyD: 1
Nafarroa Bai: 1
Como se puede comprobar el efecto es bastante pequeño. IU sería la fuerza más beneficiada (esto será una constante en casi todos los contrafactuales, cuando los dirigentes de IU se quejan del sistema actual algo de razón no les falta), pasando de 2 a 6 diputados. De estos 4 diputados adicionales, 3 vendrían de Andalucía, donde IU se quedó relativamente cerca de escaños en sitios como Sevilla y donde la agrupación de votos le ayuda a solventar estos problemas, y 1 por Cataluña. De hecho mi presunción es que en realidad, al hacer más competitiva a IU en muchas regiones, en vez de 6 diputados una asignación más realista teniendo en cuenta el comportamiento endógeno, hubiera sido de 8 o 9 diputados. Las ganancias de IU se harían a costa del PSOE y del PP. UPyD, por el contrario, no se ve afectada, pues seguiría con 1 escaño.
Otra observación interesante es que los partidos nacionalistas se quedan casi en las mismas: CiU, PNV, CC y Nafarroa Bai hubieran tenido exactamente los mismos diputados mientras que ERC y BNG hubieran arañado un escaño más. Tanto la Chunta como EA seguirían fuera del Congreso.
Por tanto, el movernos a un sistema de circunscripción autonómica significaría:
1) Ligera reducción del PSOE y del PP.
2) Notable mejora de IU.
3) Los nacionalistas se quedan casi igual.
Además se corregiría un tanto la actual sobre-representación de las provincias menos pobladas (básicamente las dos Castillas).
¿Qué ocurriría si nos fuésemos a una circunscripción nacional, como hacemos, por ejemplo, en las elecciones europeas? Esto eliminaría totalmente la sobre-representación de una región u otra, algo que es una queja frecuente entre los partidarios de cambiar nuestro sistema electoral. El resultado sería:
PSOE: 170
PP: 155
IU: 15
CiU: 10
PP: 155
IU: 15
CiU: 10
¡Solo nos quedan cuatro partidos! Claro, esto es resultado de mantener el mínimo del 3% de los votos para entrar en el reparto (volveré a este tema en un segundo). De nuevo el gran beneficiado es IU, que sube hasta 15 diputados a costa de todos los otros partidos nacionalistas, excepto CiU que mantiene sus 10 diputados.
Pero este contrafactual es un tanto irrealista porque los distintos partidos nacionalistas pueden entrar en coaliciones como hacen en las europeas. Imaginémonos que, siguiendo la experiencia de estas europeas, ponemos a CiU, PNV y CC en una de estas coaliciones (nacionalismos de derecha) y a ERC, BNG, EA y Nafarroa Bai en otra (nacionalismos de izquierda). El nuevo resultado sería:
PSOE: 166
PP: 152
CiU-PNV-CC: 18
IU: 14
PP: 152
CiU-PNV-CC: 18
IU: 14
Este resultado es bien interesante: el PSOE pierde 3 diputados con respecto al sistema actual y el PP dos, mientras que la coalición CiU-PNV-CC 18, los mismos que tiene ahora. El ganador sería IU, que sube hasta 14 diputados y los perjudicados, ERC-BNG-EA-Nafarroa Bai, que perderían sus 6 diputados conjuntos actuales y UPyD, que se queda también fuera. Por otra parte, es probable que ERC-BNG-EA-Nafarroa Bai pudieran haber recogido votos de otras partes de España (como de la Chunta en Aragón o del BA en Asturias) y haber llegado al 3%. En este caso, el Congreso sería una copia casi idéntica del actual excepto por un cierto trasvaso de diputados de PSOE-PP a IU.
La principal lección de este contrafactual es que la afirmación que se lee mucho en la prensa de Madrid que el sistema electoral actual favorece a los nacionalistas no es cierta. Con una circunscripción nacional (el peor caso para los nacionalistas), CiU-PNV-CC se queda igual y, con un poco de esfuerzo, ERC-BNG-EA-Nafarroa Bai también. Los nacionalistas NO están sobrerepresentados en el Congreso, es lo que la gente ha votado (otra manera de verlo es comparar el porcentaje de voto nacionalista con el porcentaje de diputados nacionalistas: ambos números son casi idénticos). La única manera de reducir la influencia nacionalista, si esto fuera un objetivo de una reforma del sistema (algo con lo que yo no estaría de acuerdo, pero eso es otro tema), sería incrementar el mínimo de entrada en el Congreso al menos hasta el 5%. A ese nivel probablemente solo la coalición CiU-PNV-CC sería (marginalmente) viable. Con los resultados del 2008, una cota mínima del 5% hubiese dejado solo a dos partidos en el Congreso: PSOE y PP.
Este resultado es gracioso, además, porque aquellos que se quejan de la influencia nacionalista suelen quejarse también del bipartidismo. Claramente reducir la influencia nacionalista y reducir el bipartidismo son, en la práctica, objetivos incompatibles.
Lo cual nos lleva al último contrafactual que quiero discutir hoy, el 3% de barrera de entrada. Si lo eliminásemos a nivel provincial esto solo tendría un impacto en Madrid y, quizás, en Barcelona. Para que con menos de un 3% de votos uno tenga derecho a escaño en un sistema proporcional (incluso en un proporcional puro), un partido necesita presentarse en una circunscripción que tenga, al menos, unos 32-33 diputados. Barcelona tiene 31 y podría ocurrir que la barrera del 3% fuera relevante en algún caso de votos muy divididos. Madrid tiene 35 diputados y por tanto el 3% sí que puede ser relevante, aunque en el 2008 no lo fue. Total, que el 3% no tuvo ninguna influencia en el 2008 (al menos sin considerar la endogeneidad del voto y de las candidaturas).
También podemos eliminar el 3% en el caso de circunscripciones autonómicas (tres más de las cuales a parte de Madrid superarían ahora los 32-33 diputados: Andalucía, Cataluña y Valencia). De nuevo, dados los votos en el 2008, el 3% no hubiese importado en ningún caso.
En el caso de eliminar el 3% en una circunscripción nacional, tendríamos:
PSOE: 162
PP: 147
IU: 13
CiU: 11
PNV: 4
ERC: 4
UPyD: 4
BNG: 3
CC: 2
PP: 147
IU: 13
CiU: 11
PNV: 4
ERC: 4
UPyD: 4
BNG: 3
CC: 2
Con respecto al contrafactual circunscripción nacional, coaliciones de nacionalistas y 3% de barrera, PSOE, PP e IU pierden escaños, los partidos nacionalistas de izquierda entran en el Congreso (aunque como ya había dicho antes creo que hubiesen entrado de todas maneras con un poco de voto endógeno) y el único beneficiado de verdad es UPyD que hubiera tenido 4 diputados (en este contrafactual no he hecho nada con Nafarroa Bai, que se habría presentado casi con seguridad en coalición con EA o PNV, ya que de otra manera se queda sin escaño).
Es interesante que ningún partido nuevo entra en el Congreso. Sin embargo, mi intuición me dice que con circunscripción nacional y sin el 3%, un partido de extrema derecha sería viable electoralmente y casi seguro que entraría en el Congreso. Recordemos que sin mínimo en absoluto, un partido solo necesitaría, grosso modo 1/350% de los votos (un 0.285%) para tener representación (un sistema D’Hondt y uno proporcional puro son casi exactos a partir de unos 50 diputados a elegir y en la práctica con incluso menos). Es muy difícil pensar que un partido de extrema derecha no pudiese reunir esos 0.285% de los votos si de repente fuera posible entrar en el Congreso con los mismos. Algo similar podría ocurrir con un partido de extrema izquierda pero parte de su electorado potencial podría verse atraído por los partidos nacionalistas más radicales (como ocurre a menudo en las Europeas) y con ello dificultar su entrada en el Congreso. Mi predicción sería que, con circunscripción nacional y sin el 3%, el comportamiento endógeno del voto llevaría a que la gran ganadora de la reforma sería la extrema derecha. Esta entrada se podría intentar contener reduciendo el 3% a un 2% o a un 1% (aunque particularmente creo que el 1% seguiría permitiendo esta entrada).
Resumo las principales lecciones aprendidas hoy en nuestros contrafactuales, sujetas a todas las advertencias anteriores, son:
1) Moverse a circunscripciones autonómicas o nacional tiene un gran ganador, IU, y si se elimina el 3%, UPyD, aunque en mucha menor medida.
2) Los nacionalistas, en especial CiU-PNV-CC se quedan igual pase lo que pase. Los nacionalistas de izquierda tienen más que perder de ciertos cambios.
3) El PSOE y el PP saldrían algo perjudicados, pero menos de lo que los comentaristas predicen.
4) Es probable que, con circunscripción nacional y sin el 3%, la extrema derecha entre en el Congreso.
5) En general los efectos de todos estos experimentos son menores.
En la entrega siguiente de esta serie discutiré cambios en la Ley D’Hondt y cambios en la asignación de escaños por provincias.
Solo me resta agradecer a Zoe Kuehn, de FEDEA, por su ayuda en correr las simulaciones
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